Una pregunta que trasciende una respuesta…
Del olvido no me acuerdo, pensé postrada en una camita durante una ceremonia antes de iniciar, temí por la nada, por la eternidad y me sentí incómoda por esta vestimenta tan ajustada con la marca de mi nombre.
Me llamo María Pía Salinas Bruno, ¿pero quien soy? Cuando dejó de nombrarme y de pensarme empiezo a ser una gota en un mar, o un pétalo en una rosa. Cuando dejo de creer empiezo a saber que no hay mal sin bien ni existen ninguno de los dos; tan solo la existencia y sus posibilidades, infinitas en direcciones y probabilidades.
¿Cuanto más hay para callar, cuanto más por imaginar y vivir en un drama de interactuar?
En el momento donde la mente se vuela hacia otra parte, no hay ninguna interrogante que exija una respuesta, no hay ninguna fantasía que quiera ser realidad, solo hay consciencia, de lo que fue, podría ser y será, pero nada importa cuando sabes que es un nombre, una silueta, una ilusión lo que te mantiene sujeta a esa o cualquier otra realidad.
Sabemos poco, pero ¿cuánto sabemos? ignoramos mucho pero tal vez por deseo a ignorar y seguir imaginando. No queremos que esto acabe, por que adonde acabaría, donde despertaría y en donde se depositaría la nostalgia de un ser que lo ve todo en su espléndida consciencia de él.
No queremos vernos aparte, separados, pero tampoco queremos fusionarnos perdiéndonos, es tan difícil y dual esto que nos parte en lo que somos y lo que nunca fuimos.
Hay ciencia que comprueba que somos todos parte de algo tan grande que no nos cabe para recordarlo, y solo olvidando intuimos que vemos aquello que pensamos que es, creemos en todo lo que vemos pero al mismo tiempo son esos silencio, esas comas y vacíos que tensan la ilusión y nos da un soplo de reconocer que hemos creado todo a partir de nada, que nada somos y todo lo inventamos, pero así como dos puntos extremos se conectan para formar líneas, todo está conectado, y donde todo era negro ahora es brillante, donde antes había nada ahora hay infinitas posibilidades.
Nosotros, de la nada hacia un todo, creado y cocreando. Con qué divina gracia contaremos para finalizar este cuento que desde su inicio ya está en el final, quizá haya finalizado ya más de un sin fin de veces, pero sin extremo predominante en círculos o en líneas volvemos a empezar.